Aún no se puebla este mi pequeño planeta, sin embargo he girado instrucciones para iniciar la construcción de un parque cósmico, y sembrarlo de Anarbos... sí, ya sé, te preguntarás qué es eso, y no es más que árboles. Ordenaré también que cuelguen, además de palabras, púlsares y cuásares multicolores. Serán Anarbos que tengan, en lugar de hojas, centellas. ¿Sabías que en lugar de pasto hay semillas ardiendo en el suelo? Son de un rojo vivo, ardientes pero que no queman. A cada paso se levantan las pavesas que, al enfriarse, tornan de un rojo encendido a un naranja pálido, luego en amarillo mango y de ahí se vuelven grises, y luego se deshacen al caer al suelo.
Hoy por la tarde iré a buscar nebulosas. Sacaré mi acercador de distancias infinimétricas. Rebuscaré cada 20 grados, y si tengo suerte es posible que encuentre una nunca antes vista, y entonces le pondré tu nombre. ¿Cómo quieres que la llame? Debes decírmelo porque esto es para la eternidad y no debemos esperar. Si me preguntaras a mi, diría que bien podría llamarse "fuego" "aqua" o tal vez "Leda". Sin embargo será tu nebulosa y eso lo decidirás tú.
La novedad de mi planeta es su naciente Luna No es igual a la tuya, pero es mía, de mi planeta, y eso es un placer egoísta, lo sé, pero no encuentro aún con quien compartirla y hacerla en lugar de mía, "nuestra". Tendré que girar instrucciones para elegir un nombre que no sea Luna. Tal vez sea Anul... pero ya habrá tiempo de considerarla conmigo mismo. ¿Ya te dije cómo se llama el aire en mi planeta? Se llama Boria. El cielo es Asombro y lo que en la Tierra se dice "Paisaje", en mi pequeño planeta iluminado se llama Maravilla.
Pensarás que no estoy bien de la cabeza, pero es la primera impresión. Cuando visites mi planeta sabrás de qué hablo. En tardes ocres monto lo que ordinariamente llaman "Caballo"; acá la llamo Esperanza. Entonces salgo a cabalgar sobre Esperanza, abarcando grandes extensiones de pavesales, admirando Maravillas. ¿Te suena más lógico ahora? Sé que sí. Recuérdame instaurar viajes turísticos a Confines... es decir, a la playa. Ahora bien, decidí nombrar Mar al Mar, igual a la Tierra. Nunca habrá nombre más hermoso para ese azul infinito.
Te mando besos y abrazos de un color puro. Deseo este desde lo más profundo de mi corazón y tal vez no se necesite un salto cuántico, tal vez baste sólo con mirar la Cruz del Sur.