Bitácora de Vuelo: febrero 2012

martes, 21 de febrero de 2012

¡Corre de correr! ¡Vuela de volar!

En algún lugar del espacio infinito...

... el Capitán Jack navegó sin rumbo por los mares del universo al mando del Estelar, nave de gran tamaño impulsada por ráfagas solares, con una tripulación reducida al mínimo debido a severas radiaciones, buscando un planeta dónde encallar y reunir fuerzas para continuar con su travesía por el universo. Después de vagar sin remedio, el radiotelescopio de la nave descubrió, entre nebulosas, una señal intensísima, que adivinaba un planeta ideal. Con el resto de sus fuerzas, la tripulación, a una orden del Capitán Jack, reorientó los páneles del Estelar con rumbo fijo, pero no les alcanzó la vida para ver cumplido su destino. En un tiempo y un espacio incalculable, el orígen de la señal reveló un planeta de un azul celestial. El imponente Estelar, al contacto con la atmósfera del planeta, comenzó a arder mientras era atraído por la fuerza gravitatoria. Del majestuoso navío sólo arribó, intacta, una cápsula, misma que hallé en un camino rural, la cual se abrió al contacto de mis manos. Dentro hallé una pantalla, y al tocarla, me reveló mapas estelares de cielos imposibles de imaginar, además de números y signos con figuras caprichosas. Entonces decidí desandar los pasos del Capitán Jack, sin más herramientas que la pantalla, binoculares, linterna, cámara digital, una bitácora y el cielo ubicado justo arriba de mi cabeza; la Vía Láctea.