viernes, 10 de abril de 2009

La ciudad idiota

Para Tonalli, por mejores cielos.

Barrio Niño de Atocha, 1980.

¡Toño! ¿Ya estás listo pa’l eclipse? Salgo emocionado a la esquina, es mi primera pelea. Siento que estuve preparado desde siempre. Hay que hacer harta bulla porque un perro malo se quiere comer a la Luna. Lleno con piedras un bote de equis bebida. La batalla comienza. El feroz cánido oculta su negrura en la noche, intenta tragarse al astro. Entonces estallan los gritos, ruido de media docena de niños con botes por armas. La Luna comienza a oscurecerse. La batalla parece perdida. El Negro, su hermano y yo nos miramos un segundo. Levantamos la vista al cielo para gritar: ¡Pinche perro verga! ¡Chinga tu madre! Pronto se unen otros, gustosos, lanzando potentes insultos hacia el cosmos. La Luna empieza a recuperar su color. Algarabía total. ¡Ya casi ganamos! ¡Hay que seguir! Arrojamos impetuosos la última ofensiva, obteniendo como recompensa una Luna plena. Brincos y apretones. La celebración es sincera. Cumplimos sin saber con un rito antiguo, salvar esa noche un nuevo amanecer del Quinto Sol.


Barrio de Guadalupe, 2008.

Hace minutos concluyó el eclipse lunar. Lo vimos desde el techo de la casa. Yo peleé alguna vez esta batalla, le digo a mi compañera. A media interposición, bajo la vista para descubrir a dos chicas, viendo el suceso por televisión, en una tienda de chácharas, como si se tratara de otro cielo, de otro planeta. En las calles nadie mira. La gente deambula sin saber que arriba, en la oscura noche, un ser maligno está devorando avasallante al mito, sin resistencia alguna de la ciudad idiota.

¿Amanecerá?

3 comentarios:

  1. Uuuuyyyy, ¡qué chida experiencia! esa de haber luchado para salvar a la luna, lástima que ya no me tocó ver el eclipse de 1991 con toda esa inocencia... tenía yo 8 años pero nomás no, ya había yo leído que era un fenómeno natural que se producía cada determinado tiempo, pero sí recuerdo muy bien que vimos el eclipse en una tina de agua porque nos decían que nos podíamos quedar ciegos si lo veíamos directamente, recuerdo que las gallinas de mi abuelita se fueron a dormir, que cuando acabó cantaron los gallos, que todos mis amigos se alocaban y corrían por la calle emocionados (a mi no me dejaron salir...)

    ResponderEliminar
  2. Si... fue una experiencia chida... me sentí salvador del mundo, pero ahora a más de uno le vale gorro... nos hemos vuelto soberbios, por eso nos va como nos va.

    Felices cielos.

    10-4

    ResponderEliminar